Este verano, un día fui a hacer una excursión a Puente Viesgo. Hace unos cinco años, fuimos también pero como no nos acordábamos muy bien decidimos volver para recordar viejos tiempos. El trayecto desde Noja es de tres cuartos de hora aproximadamente y os voy a contar una cosa muy divertida que nos pasó: cuando llegamos yo estaba dormido así que mis padres y mi hermano cerraron el coche y se sentaron en un banco al lado del coche. Yo me desperté y cuando me enteré de que el coche estaba cerrado empecé a aporrear la ventana pero aún así no me oían. Poco después, se me ocurrió tocar la bocina y de tal susto que se llevó, mi hermano se calló para atrás. Me esperaba una buena paliza en casa. Ahora vamos a seguir con la excursión. Después, fuimos a ver el viejo ferrocarril que está en un paseo largo que hay. Dejan subir a los niños y hay una pala y carbón, para ce los niños puedan ver el trabajo que hacía el conductor de las antiguas locomotoras. Proseguimos con el paseo hasta el final y allí paramos para comer. Al volver al pueblo, cogimos el coche para ir a unas cuevas que hay. Hay que pagar visita guiada porque son un gran valor turístico para el pueblo y no quieren que nadie las estropee. Hay cinco, cada una con su propio nombre. Todas las cuevas son de diferentes formas y tamaños, y cada una tiene las pinturas rupestres de diferentes tribus neandertales. El recorrido dura una hora aproximadamente y no llega al kilómetro de longitud. El guía te va explicando cual es el nombre de cada sala... Al final volvimos a casa muy contentos y con ganas de volver.
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